Pozos de Colinas - Carrocera, León

Mario A.

De origen incierto, se cita la posibilidad de túmulos, bocas de extracción de áridos del canal romano que llevaba el agua a Camposagrado, restos de viejos depósitos de grano... .
Poco valorado por los guardianes de nuestro patrimonio el lugar no está nada promocionado, una alambrada y un cartel de prohibido el paso nos señala el primer pozo. Han plantado pinos hasta en el mismo borde de alguno de los pozos. Para verlos hay un mal sendero cerca del arroyo pero para no despistarse no está mal usar alguna aplicación como iberpix, google earth o la interesante viasromanas.net y su posibilidad de usar la capa Lidar con la que se distinguen perfectamente.
Le pongo 5 estrellas por su relevancia histórica, no por lo que pueda ofrecer a un posible visitante

J L. R.

No hay un aparcamiento para parar, sin camino, cartelería ni ninguna indicacion que nos indique por donde entrar. La estrella es sobre lo que acabo de indicar, no sobre el lugar a visitar. Intentaremos otro día.

Juan R. A. F.

Pozos Colinas. El legado astur en Camposagrado.

El lugar elegido fue una terraza de origen miocénico, que separa los cursos de los ríos Luna y Bernesga, donde se perforaron múltiples agujeros ( Se observan trece agujeros de tres metros de profundidad y 25 metros de boca que puntean una línea casi perfecta desde el cordel de las Merinas, al barranco del Cillerón). Aunque aparecen trece, lo más seguro existen muchos más, debido a que los fosos están asociados a grandes círculos o lugares sagrados, próximos a ríos o fuentes de agua, y en este caso, anfiteatro natural. Desde la altiplanicie se avista el primer escalón de la Cordillera Cantábrica, que se muestra como una alargada muralla donde más de 20 picos se suceden entre Peña Miezca, Olleros de Alba, Peña Ubiña y Peña Portill. En los días claros, también se vislumbra El Teleno, el mítico monte de los astures refugio del dios Lug. Los curiosos hoyos, languidecen bajo la maleza y han generado ríos de tinta sobre su posible origen. La leyenda y tradición popular habla de una gran batalla entre los cristianos de don Pelayo y los musulmanes de Almanzor, en los primeros años de la Reconquista, cuando se pretendía reprimir la expansión del recién nacido reino asturleonés.